Cantaba un poeta:
Preciábase, el ilustre
Columela,
de ser habilísimo artillero,
que apagaba la vela,
con el primer disparo del
trasero.
Mas, ¡ay!, un día aciago,
Columela,
quemose el culo al apagar una candela,
resultando el incendio tan
violento,
por la furia del viento,
y lo velludo que era,
que no quedó un solo pelo que
no ardiera,
en toda la extensión del nalgamiento,
en toda la extensión del nalgamiento,
de su revuelta y gorrina
pelambrera.
Columela on fire.
Esta poesía, o similar, dicen que se la debemos a nada menos que Quevedo, que la escribió junto a otras en un grupo que él llamó "de las coprógenas".
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