La diferencia entre derecha e izquierda era cosa de trileros hace unas semanas. Luego, los comunistas de IU, tildados de pitufos gruñones, tenían que cocerse en su propia salsa, en su aquelarre de banderas rojas, frase muy aplaudida entre los hoy inoperantes círculos. Se trataba entonces de hacer política transversal, rebañando votos desde la derecha hasta la izquierda pasando por la abstención, enganchados todos al banderín de la indignación. Más tarde se pidió ser jefe del ejército, de los espías, de la policía, de los jueces y las teles; del Gobierno de hecho, dicho esto entre risas de los que le tratan con un culto a la personalidad coreano, del norte.
Ahora, sin anestesia, dice que es socialdemócrata de a chiquetito y, en su ignorancia mentirosa, nos cuenta que Marx era un socialdemocrata. No hay más que ver cómo catalogaban los comunistas fetén, Pasionaria, a los socialdemócratas: «intelectuales con cabeza de chorlito que hozan en la charca de la socialdemocracia».
Da igual que él se haya definido a sí mismo como comunista hace no tantos meses. En esos cenáculos de la extrema derecha a los que iba, decía él mismo, en memoria de los derrotados en la guerra civil. ¡Con un par!
No deja de sorprender la reiterada admiración con la que la mayoría de las teles, y buena parte de los otros medios, saludan cada una de las melonadas que plantea cada día el del ego levitante, sin la más leve autocrítica, sin un reproche ante tanto cambio por parte de los encargados por oficio de señalar las contradicciones.
Después de defenestrar a Errejón, de aupar a Anguita, de lanzar en paracaídas en Almería a un general de la OTAN, contra la que surgió IU, de neutralizar a los círculos, otrora nueva forma de hacer política y hoy mudos, de poner en cabeza en Jaén a un sindicalista ultra, de definir a Otegi como preso político y justificar el encarcelamiento de opositores en Venezuela si han cometido «delitos de terrorismo». Da igual, las palabras significan lo que ellos quieran: una cosa o su contraria, sin memoria reciente ni remota.
Se ha puesto corbata, se ha recompuesto el pelo, retranqueando la derecha, alargando la izquierda, en ese obsesivo y milimétrico cuidado de la imagen. Los críticos de la masticación sufrida por IU te cuentan la cantidad de tiempo que los asesores dedican a que no frunza el ceño y a reducir sus 75 parpadeos por minuto. Hay en las redes una iniciativa del PCE que reivindica su comunismo y denuncia el travestismo del gran timonel, pero llega menos que la cursilada del corazón, que no hay San Valentín que lo supere.
Hay gente en el PP que cuenta que quizás se han pasado por dar tanto carrete a una herramienta con la que querían neutralizar a los socialistas.
(Artículo de D. José María Calleja)
Citas de D. P.I.:
"Soy de izquierdas, pero el debate político izquierda-derecha es de trileros".
"Sois unos cenizos. No quiero que cenizos políticos, que en 25 años han sido incapaces de hacer nada".
"No te enteras pitufo gruñón, no les vamos a regalar nuestro país nunca más a los de arriba".
"Yo no he dejado de autoproclamarme comunista nunca […] Creo que ser comunista es algo mucho más importante que decirlo. Creo que es una praxis, y creo que a veces el nombre te puede ayudar y otras veces en las que no […] La palabra democracia mola y, por tanto, tendremos que disputársela al enemigo para hacer política".
Ahora, sin anestesia, dice que es socialdemócrata de a chiquetito y, en su ignorancia mentirosa, nos cuenta que Marx era un socialdemocrata. No hay más que ver cómo catalogaban los comunistas fetén, Pasionaria, a los socialdemócratas: «intelectuales con cabeza de chorlito que hozan en la charca de la socialdemocracia».
Da igual que él se haya definido a sí mismo como comunista hace no tantos meses. En esos cenáculos de la extrema derecha a los que iba, decía él mismo, en memoria de los derrotados en la guerra civil. ¡Con un par!
No deja de sorprender la reiterada admiración con la que la mayoría de las teles, y buena parte de los otros medios, saludan cada una de las melonadas que plantea cada día el del ego levitante, sin la más leve autocrítica, sin un reproche ante tanto cambio por parte de los encargados por oficio de señalar las contradicciones.
Después de defenestrar a Errejón, de aupar a Anguita, de lanzar en paracaídas en Almería a un general de la OTAN, contra la que surgió IU, de neutralizar a los círculos, otrora nueva forma de hacer política y hoy mudos, de poner en cabeza en Jaén a un sindicalista ultra, de definir a Otegi como preso político y justificar el encarcelamiento de opositores en Venezuela si han cometido «delitos de terrorismo». Da igual, las palabras significan lo que ellos quieran: una cosa o su contraria, sin memoria reciente ni remota.
Se ha puesto corbata, se ha recompuesto el pelo, retranqueando la derecha, alargando la izquierda, en ese obsesivo y milimétrico cuidado de la imagen. Los críticos de la masticación sufrida por IU te cuentan la cantidad de tiempo que los asesores dedican a que no frunza el ceño y a reducir sus 75 parpadeos por minuto. Hay en las redes una iniciativa del PCE que reivindica su comunismo y denuncia el travestismo del gran timonel, pero llega menos que la cursilada del corazón, que no hay San Valentín que lo supere.
Hay gente en el PP que cuenta que quizás se han pasado por dar tanto carrete a una herramienta con la que querían neutralizar a los socialistas.
(Artículo de D. José María Calleja)
Citas de D. P.I.:
"Soy de izquierdas, pero el debate político izquierda-derecha es de trileros".
"Sois unos cenizos. No quiero que cenizos políticos, que en 25 años han sido incapaces de hacer nada".
"No te enteras pitufo gruñón, no les vamos a regalar nuestro país nunca más a los de arriba".
"Yo no he dejado de autoproclamarme comunista nunca […] Creo que ser comunista es algo mucho más importante que decirlo. Creo que es una praxis, y creo que a veces el nombre te puede ayudar y otras veces en las que no […] La palabra democracia mola y, por tanto, tendremos que disputársela al enemigo para hacer política".
(Inciso de Monedero: "Quien no sea comunista, es que es mala persona".)
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